domingo, 23 de octubre de 2011

Saul Bellow, mi hallazgo 2011



Hay hallazgos modestos y los hay deslumbrantes, increíbles, totalmente inesperados.
Si yo tuviera que dar un premio llamado “Hallazgo del año 2011” se lo otorgaría sin lugar a dudas a Saúl Bellow, ganador del Nobel de Literatura 1976, norteamericano de origen judío, fallecido en 2005.
No lo conocía absolutamente de nada. Y un día –un buen día- en un estante de esos que hay que agacharse en una librería, saqué sus Cuentos Completos, editados por Alfaguara. Para hojearlo, como hago con tantos otros. Sin un interés especial, sin ningún preaviso.
Y me encantó.
Hay autores que tienen un repertorio variado de temas, Bellow en eso es limitado. Limitado y profundo. Y muy, muy ameno. Es una mente europea –más precisamente judía rusa- trasplantada en Estados Unidos. Y todo lo que yo he llegado a conseguir suyo –cinco libros- son historias de personas venidas desde la pobreza, le vejación, y que se topan con esa Norteamérica donde se alcanzan los sueños, pujante, rica, disparatada. Y de la primera generación que nació ya en la tierra de los sueños. Y cómo reaccionan en formas distintas. Cómo América “les hace efecto”. Un personaje dice “los judíos pudimos sobrevivir al Holocausto, pero no está claro cómo sobreviviremos a América”. Ese es el leit motiv de Bellow, su tema. Una reflexíón sobre el hombre sumergido en la sociedad del éxito rápido y el materialismo, y su confrontar con las tradiciones.

Uno podría pensar Zas!, otro pelmazo que va a hablar de la crisis de identidad, modernidad versus posmodernidad. Nada de eso, porque a pesar de ser un hombre culto y hasta erudito escribe historias. No ensayos filosóficos disfrazados de historias. Historias de carne y hueso, muy vívidas, muy cercanas, con un sentido del humor descarnado y sutil a la vez.
No cae en el existencialismo pesimista. Cultiva una ironía que es compasiva, que no descalifica. Un humor iconoclasta de los delirios del hombre moderno, pero que finalmente cree en el hombre.

Si no leíste nada recomiendo sus Cuentos (que son en realidad nouvelles, novelas cortas), o La verdadera, editado por De Bolsillo.

miércoles, 5 de octubre de 2011

La ternura de los lobos, de Stef Penney


“Yo creía que este tipo de novelas ya no se escribía” dice un crítico de Babelia en la solapa. Creo que eso obró de disparador para que comenzara a hojearla. Un historia ambientada en el Alto Canadá, allá por 1860. Un pueblito de inmigrantes que vive del comercio de pieles. Una mujer que relata en primera persona el asesinato de un francés y la posterior desaparición de su hijo adolescente. Luego se suman otras voces, cada cual con su registro propio, su interpretación.
La autora es una escocesa guionista de películas de cine, que incursiona por primera vez en la novela. Uno podría pensar que va a ceder a la tentación de armar una de intriga y suspenso, de trama trepidante. Sin embargo, logra vencer la tentación de la velocidad argumental y sabe llevar su tren con el ritmo necesario para que uno pueda también disfrutar del paisaje y de la compañía. Los personajes se van tejiendo de a poco, uno los va conociendo en matices crecientes. Y en un marco convincente, de esa dura época y ese paisaje tan hostil como conmovedor.

Stef Penney ha logrado escribir una novela épica –creo que a eso se refería el de Babelia- y le ha salido bien, por momentos muy bien.